25 de junio de 2015

Ella

Tres años, tres días. Tres. Cómo lo odiaba. La última parte de su vida había girado en torno a ese número. Cuántas veces había soñado con ese momento. Ahora, las puertas de la cárcel le abrían el camino hacia la libertad, una libertad que ya casi podía saborear.
Desde que lo habían acusado del homicidio de ella, su vida había cambiado por completo. Allí  todo estaba marcado por horarios, y había acabado odiando el naranja que daba color a su mono.
Ahora aquello había terminado. Por supuesto, seguiría defendiendo su inocencia hasta lograr que lo creyesen, para poder rehacer así su vida por completo y volver a empezar.